14 nov. 2011

Sobre Gestión Cultural, Patrimonio Cultural y Recursos Culturales

Después de mucho tiempo me siento a escribir algunas ideas de algunos temas que tengo en mente. En esta ocasión, me parece muy interesante discutir sobre el suplemento Orientación Vocacional de la revista Somos del diario El Comercio publicada el 5 de Noviembre del 2011. Esta edición es especialmente importante porque trata sobre el tema de Gestión Cultural y Patrimonio Cultural. Las entrevistas que llamaron mi atención fueron las hechas a Pedro Pablo Alayza (de la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima), Elías Mujica (consultor en temas de Gestión, incluyendo la Ruta Moche), y Guillermo Reaño (docente de la Universidad Ruiz de Montoya).

Un elemento común de estas entrevistas era el concepto de qué realiza el Gestor Cultural. Alayza lo considera un administrador, Mujica lo ve como un cooordinador-administrador, mientras que de la entrevista de Reaño se puede considerar que el Gestor es una mezcla de administrador y promotor. En todos los casos, el Patrimonio Cultural se ve como Recurso Cultural, es decir, un bien potenciable para entrar en el ámbito económico, en estos casos usualmente referido al turismo. Todos concuerdan además que los beneficios económicos que se consigan deben retribuirse a la población que vive cerca a estos recursos. 

Lo interesante de la definición de Gestor Cultural es que todos los entrevistados dan una definición muy particular y personal, lo cual nos indica que aún no tenemos una definición clara y común de esta profesión (y es que también es realizada por profesionales de distintas especialidades). Así mismo, Patrimonio Cultural no puede ser sinónimo de Recurso Cultural, pues no todo Patrimonio Cultural puede o debe convertirse en un recurso económico para el turismo. Y en este caso, debemos criticar también nuestro punto de vista sobre el Patrimonio. 

Mujica plantea que "Un sitio arqueológico o cualquier edificio es patrimonio en la medida en que está relacionado con la comunidad de su entorno. Si no se vincula a la comunidad que vive en torno al patrimonio, este pierde sentido, lo que hace que se vuelva imposible conservarlo". Concuerdo con la primera parte, pero la segunda parte es discutible, dado que sólo toma en cuenta la posición del especialista. Se dan casos, por ejemplo, en los cuales la población circundante sigue utilizando los sitios arqueológicos, solo que con otros fines: para guardar ganado, como base elevada para sus casas en zonas donde llueve mucho, canchas de fútbol, etc. Para aquel especialista que considera que los sitios arqueológicos no pueden tener otro uso que no sea destinado al turismo o a la investigación, puede parecer una aberración este tipo de uso. Sin embargo, en la medida que "sirve" a su comunidad de entorno, no se destruye, sino que se conserva pues se aprovechan las características físicas de estos sitios. El punto aquí sería monitorear y estas formas de uso, planteando alternativas si se observa que pueden dañar el sitio (sobre todo si no hay una intención de realizar una excavación en él en un futuro cercano), sin contar que se debe replantear el concepto de "inalienable" e "intangible" que nuestra legislación le da a los sitios arqueológicos.

De las tres entrevistas, la de Reaño es la que plantea de manera más crítica la situación actual sobre la Gestión del Patrimonio Cultural, y con mucha razón. Él considera que los arqueólogos y biólogos, entre otros especialistas dedicados a la investigación, son los menos indicados para promover un Recurso Cultural, y dada la tendencia conservacionista que pueden tener estos especialistas (después de todo, la idea es conservar y tener control del objeto de estudio antes que dejarlo a su suerte en el mercado del turismo), concuerdo con su observación. Sin embargo, también es cierto que en las últimas décadas muchos de estos especialistas se han caracterizado por tener una visión más interdisciplinaria y tienden a entender mejor el mercado. Creo que lo ideal sería captar a quienes tienen este interés y promover su visión académicamente (como sucede en Diplomados y Maestrias recientes en nuestro medio). En todo caso, creo que lo más importante es que los arqueólogos (y hablo a título personal aquí) seamos conscientes de que no podemos ser "todistas", y antes que gastar muchos fondos en programas de desarrollo de turismo local sin ningún estudio del área o el apoyo de otros especialistas, es mejor no realizarlos.

Lo que estamos observando en los últimos años es que existe una mayor interdisciplinariedad en cuanto a los proyectos que tienen que ver con Gestión Cultural, y la necesidad de capacitar a los especialistas encargados de cada proyecto. Muchas de estas experiencias se tocaron en el I Simposio Internacional de Arqueología Pública SOKENDAI-PUCP que se realizó a fines de Septiembre del 2011, cuyas actas publicaremos pronto en Arkeos. Espero que de opción a integrar a mayor cantidad de personas interesadas en este tema, y plantear más posibilidades para nuestro Patrimonio Cultural que sólo el turismo.


12 feb. 2011

Sobre invasiones de tierra y patrimonio

Hace poco menos de un mes, el 20 de Enero pasado, se cumplieron dos años del desalojo al Bosque de Pómac, y fue recordado con un merecido homenaje a los dos policías caídos en el operativo. Gracias a esta intervención se lograron recuperar 1700 hectáreas del Santuario Histórico Bosque de Pómac, las cuales fueron invadidas en el año 2001. Dentro de esta área, se encontraba una importante cantidad de flora y fauna nativa, además de importantes sitios arqueológicos, los cuales fueron en muchos casos arrasados por el accionar de los invasores.

Si bien sería ideal que después de esta intervención no hubiesen más intentos de invasión, la realidad es diferente. Después del desalojo, hubieron varios intentos de invasión al bosque, los cuales fueron detenidos a tiempo por el accionar del destacamento policial que se ha establecido en el bosque. Más aún, el área aledaña al Santuario, dentro de lo que es considerado la zona de amortiguamiento, también ha tenido problemas de invasiones. Durante el mes de Diciembre pude observar cómo el colegio primario ubicado en el caserío La Zaranda fue víctima de uno de estos intentos por algunos pobladores de la misma zona, quienes fueron azuzados por traficantes de tierras. Da que pensar cómo algunos pobladores se dejan convencer para invadir los terrenos del colegio donde estudian sus hijos o donde estudiaron ellos mismos.

¿Cómo podemos entonces entender esta realidad? ¿Qué tipo de argumentos usan los traficantes de terrenos para convencer a los pobladores de una determinada zona? 

El fenómeno de las invasiones no es tan nuevo. La inmigración desde las provincias a la capital hicieron que Lima sufriera enormemente este fenómeno desde mediados del siglo XX, dando a lugar a distritos populosos como Villa el Salvador. Este fenómeno se justificaba por la necesidad de conseguir tierras para la gente que buscaba un mejor futuro en la capital. Inclusive se defiende esta posición por ley, en la que sólo las primeras 48 horas de invadido un predio el invasor puede ser retirado por la fuerza policial, pero una vez pasado este tiempo, el invasor sólo puede ser retirado tras un proceso judicial.

Bajo este argumento, y bajo las premisas del populismo político que se da durante las elecciones municipales, regionales o presidenciales, muchos traficantes de tierras convencen a pobladores de distintas zonas que hay una manera de hacerse de más terrenos con la condición de que les paguen una cuota. Más aún, sabiendo que durante ciertas fechas (feriados largos, elecciones, etc.) la policía esta destacada en áreas urbanas, aprovechan dichas fechas para invadir terrenos, muchas veces de manera violenta y con armas, amedrentando así a los propietarios que quieran defenderlas.

¿Cuáles son las tierras más propensas a invasiones? Pues aquellas que pertenecen al estado o que pertenecen a cooperativas que por problemas internos no pueden organizarse para repeler estas invasiones. El gran problema para el Patrimonio Arqueológico e Histórico es que muchos de estos vestigios se encuentran en estas tierras, siendo muchas veces arrasados por la construcción de viviendas y la adaptación de terrenos para la agricultura. Más aún, al ser áreas propensas a violencia, muchas veces ni se permite la entrada a arqueólogos para al menos recuperar parte de estos vestigios. 

Este es un problema serio que atañe no sólo a los organismos del gobierno relacionados a lo económico y a la propiedad, sino también a lo cultural. por lo que debe ser incluido dentro de una clara política cultural en los próximos gobiernos. Si el Santuario Histórico Bosque de Pómac no ha sido perdido nuevamente es por la esmerada labor que realiza conjuntamente el SERNANP, la Policía Nacional, el Museo Sicán y parte de la población local que ha sido captada y capacitada para la defensa de este Santuario. Se debe entonces pensar en soluciones similares o adaptar estas soluciones a otras realidades, pero a nivel de política estatal. De no hacerlo, el proceso de las invasiones va a continuar y puede inclusive volverse más violento.

16 nov. 2010

Reflexiones sobre la estrategia para recuperar las piezas de Machu Picchu

Siendo este un tema tan espinoso, estuve pensando por bastante tiempo antes de escribir algo al respecto, y que además añadiese algo a un tema del que se ha hablado tanto. Quiero remarcar, ante todo, que considero personalmente que el Perú, como país soberano, tiene todo el derecho de reclamar lo que considera parte de su patrimonio cultural. Sin embargo, también considero que las estrategias planteadas tanto por el presente gobierno, como el anterior, no permiten que podamos ejercer una presión internacional adecuada para el regreso de estas piezas, menos aún con la pobre planificiación en cuanto a museos y cultura que han demostrado ambos gobiernos.

Existen dos puntos interesantes que ver sobre este tema. El primero se refiere a la politización de este caso específico cuando hay otros casos similares (y aun más escandalosos) de piezas peruanas llevadas al extranjero. El segundo punto se refiere al plan que debería tener el Estado para con lo referente a museos y cultura en general.

Sobre el primer punto es interesante ver la posición del Dr. Duccio Bonavía enviada al diario El Comercio el Domingo 14 de Noviembre del 2010 (Sección Página de los lectores, Página A28). En ella expresa como se ha politizado el tema de las piezas de Machu Picchu, y pregunta por qué no se toma de igual importancia el tema de otras colecciones que han salido al extranjero y no han vuelto, incluso en años más recientes. El Dr. Bonavia tiene mucha razón en cuestionar el hecho de que quizá el contenido de esas otras colecciones pueden tener mayor relevancia para reconstruir la historia de nuestro pasado, y sin embargo el Estado Peruano gasta recursos y tiempo en sólo ver el problema de Machu Picchu, poniendose como adalid de la defensa del Patrimonio Arqueológico en nuestro país.

Lo mencionado tiene relevancia en el sentido de que si realmente el Estado Peruano quisiera demostrar su acérrimo interés en defender nuestro Patrimonio, debería primero preocuparse por mejorar la calidad de los almacenes de muchos museos del Perú, los cuales no tienen, en muchos casos, un apropiado inventariado, ni tampoco tienen suficientes recursos como para mantener sus instalaciones en condiciones adecuadas. Menos aún tienen suficiente personal capacitado para mejorar esta situación en la política de austeridad del presente gobierno. Obviamente, poner en práctica algo así no es tan llamativo como pedir las piezas de Machu Picchu, pero es algo necesario que no debería esperar más.

Esto nos lleva a un segundo punto, que tiene que ver con un plan que debería tener el Estado Peruano sobre lo referente a museos y cultura. Primero, no hay una idea clara de que un museo no debe ser sólo una sala de exhibición y debería estar orientado más bien a ser un centro de investigación (eso lo mencioné en un post anterior), el cual debe aportar a la comunidad a la que pertenece al menos con los resultados de sus investigaciones. Segundo, no hay un a política clara acerca de la construcción de nuevos museos. En este sentido, se debe considerar a los museos como instituciones educativas importantes y de tanto valor como los colegios o universidades. No se debe, entonces, esperar solamente a que haya un gran descubrimiento para hacer un museo, sino más bien tener una idea clara de cuantos museos el Estado puede mantener bien equipados y bien manejados, sobre todo en tema de presupuestos. Más aún, la mayor parte de museos construidos en los últimos años han sido con apoyo de capital privado o de ayuda de gobiernos extranjeros, lo que nos haría preguntar si el Estado Peruano realmente invierte en los museos o no.

Entonces, ¿Tiene el Estado Peruano realmente más herramientas (no sólo las legales) para presionar internacionalmente que se devuelvan las piezas? Hace poco, el Museo Metropolitano de Nueva York anunción la devolución de piezas de la tumba de Tutankamón a Egipto, las cuales serán parte de la exhibición del nuevo Gran Museo Egipto. Si bien es un caso distinto al nuestro, nos hace pensar si realmente estamos haciendo más méritos para lograr recuperar nuestro Patrimonio.  Habria que preguntarse que, si tanto esfuerzo se pone en la cuestión legal de este problema ¿Estamos también promoviendo de alguna manera que la situación de la cultura y los museos en el Perú mejore y así lograr ganar este pleito? 

5 oct. 2010

Algunos pensamientos sobre el Museo "Lugar de la Memoria"

Hoy pude leer en El Comercio que Fernando de Szyszlo ha sido nombrado el nuevo presidente de la Comisión del Lugar de la Memoria. Me parece una opción interesante, considerando que pertenece a un grupo muy importante de intelectuales y artistas que han abogado siempre por los derechos humanos. Debido a que este tema vuelve a salir a flote, y dado que fue parte de una conversación con mi asesor de tésis y otros arqueólogos acerca del rol de los museos en la sociedad, me atrevo a dar una pequeña opinión al respecto.

Aún no me queda muy claro hacia donde apunta el Museo de la Memoria como institución. Si bien una parte importante de este Museo es la parte de "exhibición" (palabra dificil para un contexto como este), considero que el Museo debería también albergar un área de investigación. Diversos especialistas (antropólogos, sociólogos, economistas, etc.) deben formar parte de este Museo para poder estudiar las causas de la terrible época que nos toco vivir a los peruanos durante el auge de la guerra interna. Los resultados de tales estudios deben servir tanto al público general como al gobierno central para evitar cometer los mismos errores del pasado. 

Actualmente, muchos museos se han convertido en entes activos dentro de su sociedad. Un ejemplo que se me viene a la mente es el Hiroshima Peace Memorial Museo (http://www.pcf.city.hiroshima.jp) dedicado a mostrar los horrores de la bomba nuclear en Hiroshima. Este museo nos hace reflexionar sobre lo peligroso de estas armas en el mundo moderno, y es una institución que activamente promueve la prohibición total de estas armas. He tenido la oportunidad de visitar este museo, y realmente evade el convertirse en un espacio parcializado de la historia (no identifica ni buenos ni malos) para convertirse en un espacio donde uno se da cuenta que la guerra es algo que tenemos que evitar a toda costa. Igualmente, es un espacio donde si uno desea conocer más sobre el devastador efecto de las bombas nucleares o sobre las víctimas de ellas, es posible acceder a una base de datos y biblioteca que permita investigar más. 

Si bien varios museos de arqueología en el Perú están apuntando a la opción de ser centros de investigación, creo que aún la idea de que el museo es sólo una sala de exhibición es muy fuerte en nuestra sociedad. Espero que al "Lugar de la Memoria" no se quede sólo como sala de exhibición, sino que pueda ser un ente activo dentro de nuestra sociedad.

2 jun. 2009

Aprendiendo de la historia: Un breve recuento de la Arqueología Pública

Siendo el Peru un país tan diverso, con una importante cantidad de sitios arqueológicos, encontrándose en las últimas décadas en un auge de desarrollo en infraestructura y extracción de recursos, creo que es importante ver cómo se ha manejado la situación de la protección del patrimonio arqueológico en otras regiones del mundo. Específicamente hablaré del caso de Estados Unidos.

Jameson (2004) nos hace da un interesante recuento acerca de la evolución del Manejo de Recursos Culturales (CRM en inglés) en Estados Unidos. Este caso nos demuestra lo que sucede cuando existen muchas iniciativas de desarrollo en infraestructura en un país, y como puede afectar al patrimonio arqueológico. Después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU tuvo un alto crecimiento económico que implicó proyectos de gran envergadura (construcción de represas, carreteras, etc). Estos proyectos se realizaron en zonas con muchos restos arqueológicos, sobre todo en el Suroeste de EEUU. Se realizaron proyectos de rescate arqueológico de grandes dimensiones, los cuales recolectaron una vasta cantidad de información. Sin embargo, esto llevó a grandes problemas también, pues había que crear depósitos que almacenaran tal cantidad de material. Al mismo tiempo, el comercio ilícito de piezas aumentó considerablemente. 

Es así que para salvaguardar los sitios arqueológicos que aún quedaban se realizaron diversas iniciativas que culminaron en lo que es ahora el Manejo de Recursos Culturales (CRM).  Al mismo tiempo, dado el gran problema que causó el almacenaje de una gran cantidad de material, y los subsequentes informes de investigacion que vinieron con ellos (muchos de ellos no muy detallados), surgio la necesidad de regular con códigos de ética claros la labor de la arqueología, formando asociaciones que luego pueden verse hasta hoy como la Society for American Archaeology (SAA). Sin embargo, el hecho de pasar por casi dos décadas de trabajos de rescate, recolectando información que no fue procesada posteriormente (y en algunos casos, sin registrarla adecuadamente), se ha convertido en un lastre para la arqueología estadounidense.

¿Por qué es tan importante esta referencia para el Perú? Nuestro país, al encontrarse en un auge a nivel macroeconómico, necesitará eventualmente de proyectos de gran envergadura como fue el caso de Camisea. Si no se consideran todas las responsabilidades éticas y técnicas que implican estos grandes proyectos, casos como el de Estados Unidos, donde existe mucha información perdida o sin procesar, además de una falta de áreas de almacenaje para tal cantidad de objetos recolectados, podemos perder mucha información que jamás será recuperada, lo cual no nos permitirá entender mejor a las sociedades de nuestro pasado.

Es necesario, entonces, pensar en estos problemas ahora mirando los casos en otros países, y preveer los problemas que surgiran en el futuro, planteando propuestas concretas para el almacenaje, estableciendo códigos de ética claros y concisos, siendo más responsables con los informes de excavación presentados, y estableciendo claramente las pautas para la elaboración de estos dentro del medio arqueológico mediante un manual u otras iniciativas. Experiencia existe, pero necesitamos ordenarnos mejor.  

John H. Jameson Jr.
2004 Public Archaeology in the United States, en: Nick Merriman (ed.), Public Archaeology, pp. 21-58, Routledge, Londres.

3 may. 2009

La Arqueología Pública ¿Una buena opción para el Perú?

Si bien, en un artículo publicado en Arkeos (Saucedo Segami 2006) mencioné un poco acerca de la Arqueología Pública y sus posibles aplicaciones en el Perú, aún quedaron varios elementos al aire. Por ejemplo ¿Qué es la Arqueología Pública?, ¿Qué la diferencia de las otras especialidades de arqueología?, ¿Cómo puede ser de utilidad para un país como el Perú? Para responder un poco a estas preguntas, voy a resumir un poco qué es a lo que me refiero con Arqueología Pública.

La Arqueología Pública es una rama de la arqueología cuyo interés es estudiar la inclusión de la arqueología (y todo lo relacionado a ella) en la sociedad actual. Surgió en Inglaterra y en EEUU en los años 50 y 60, en un contexto marcado por obras civíles de grandes dimensiones (represas, carreteras, etc.) y por la destrucción y comercialización del patrimonio arqueológico. Sus inicios son claramente asociados a lo que actualmente se conoce como Manejo de Recursos Culturales (CRM en Inglés). Sin embargo, desde la década del 80, la Arqueología Pública ha adquirido una mayor dimensión tocando tanto temas relacionados a la ética -como la inclusión de grupos minoritarios a la hora de reconstruir el pasado, la defensa de las creencias de los grupos que aún se relacionan a los sitios arqueológicos en el presente, el uso apropiado de sitios arqueológicos para turismo- como también temas relacionados a políticas de educación con respecto al pasado.

A diferencia de la arqueología más "tradicional", la Arqueología Pública observa cómo la gente que vive en el presente se relaciona con el pasado. En este sentido, utiliza muchas de las herramientas de la antropología (observación, participación, entrevistas), pero también toma elementos de otras diferentes especialidades (educación, museología, ciencias de la comunicación, etc.).

¿Qué tan importante es entonces la Arqueología Pública para el Perú? En mi opinion, es extremadamente importante, no sólo por la calidad y cantidad de sitios arqueológicos que nuestro país posee, sino por la nueva tendencia de utilizar los sitios arqueológicos como fuente de turismo. Si bien existen casos en los que esta tendencia ha funcionado bien, aún no es claro cuál es la metodología más apropiada para elegir un sitio determinado o no para el turismo, ni cómo hacerlo útil para la comunidad que vive alrededor de un sitio (o museo). La Arqueología Pública llenaría este vacío, permitiendo entender este fenómeno y proponer mejores ideas al respecto.

Otro elemento que marcaría la importancia de esta nueva rama de la arqueología es la ejecución de obras de construcción grandes tanto en provincia como en la capital. Desde proyectos nacionales (como Camisea, o futuros proyectos de irrigación o de centrales hidroeléctricas), hasta proyectos a nivel provincial o regional (como la construcción de "by-passes" en Lima o de centros comerciales en provincias), nuestro país ha entrado en una etapa en la que para poder crecer más, necesita utilizar tierras antes consideradas eriazas, y en la que en muchos casos se encuentran sitios arqueológicos. Si bien el INC y las leyes peruanas velan por estos intereses, es necesario que los arqueólogos posean una mayor cantidad de información que les permita evaluar qué sitios pueden conservarse mejor y cómo.

La Arqueología Pública es, entonces, una clara herramienta para cualquier arqueólogo, especialmente para aquellos que se dedican a la protección del patrimonio o a su "puesta en valor" para el turismo, y para aquellos que se dedican a la difusión y educación (medios de comunicación, museos, etc.)

22 mar. 2009

¿Qué es la arqueología?

Cuando he tenido oportunidad de mencionar la profesión que he seguido, lo que más me gusta son las diversas reacciones que puedo ver. Estas reacciones van desde una sorpresa real (no se por qué, pero para algunos aparento ser más un abogado o ingeniero que arqueólogo), un interés claro (con comentarios acerca de alguna noticia del diario o algún documental de la tv, o la típica frase "yo siempre quise estudiar eso"), una asociación a personajes de ficción (siempre sale Indiana Jones), o un desconcierto total (¿de qué vives, para qué es eso?). Sea como fuere, y no importa el país en el que uno esté, siempre hay una reacción.

Si bien, para responder a la pregunta de este post existen muchos libros en varios idiomas que les pueden decir en frases cortas, largas, complicadas o muy simples lo que es la arqueología y lo que los arqueólogos hacen, quisiera dar mas bien una apreciación personal acerca de esta carrera.

Empezemos por el principio. Cuando tenía cerca de 12 años, supe que lo que quería ser era arqueólogo. La verdad que para entonces no tenía ni idea de lo que hacían, nunca había conocido a un arqueólogo y quizás sólo tenía en mente la imágen de Indiana Jones. Sin embargo, algo que yo creo que debe haber influenciado mucho fue mi padre. Mi papá, cuando mi hermana y yo eramos pequeños, solía llevarnos a parques, playas y museos cuando tenía días libres y nosotros no teníamos clases. Recuerdo que lo que más me gustaba era ir a los museos porque tenían ese aspecto de que todo es antiguo, y de que cada sala esconde algo. No recuerdo haber aprendido que cerámica pertenecía a qué cultura, ni ninguna de las cronologías que existían, pero esa imagen de descubrir lo que había en cada sala de la mano con mi papá es quizá lo que más me quedó de esas visitas.

Otra gran influencia que tuve fue mi Tropa de Boy Scouts. Ahí aprendí lo que es disfrutar la naturaleza y alejarte un poco de la ciudad, ver personas distintas a las que estas acostumbrado a ver, dormir en un pequeño espacio y compartir la comida con otros. Quién hubiera dicho que esa fue una experiencia que repetiría en mi carrera profesional.

Llegó la universidad y los primeros años de Estudios Generales y aún no tenía idea de que hace un arqueólogo. Empecé a leer algunos libros al respecto, y lleve cursos que presentaban a la carrera, lo que me animó aún más. Cuando tuve la primera oportunidad de ir al campo, entendí qué es lo que realmente era y por qué me gustaba tanto. Mi primera experiencia en campo la tuve en el Proyecto Tablada de Lurín. Yo participaba ayudando a una alumna que estaba por egresar y hacía sus prácticas de campo. Fue emocionante. Por primera vez entendí que la arqueología era cosa de paciencia, de entender como un detective cada uno de los procesos por los que pasan los objetos y las personas a través del tiempo. Lo más emocionante fue excavar con un badilejo y encontrar objetos muy antiguos, así como los huesos de aquellos que los fabricaron. Lo más interesante de la arqueología es eso, la posibilidad de tocar el pasado con tus propias manos, y la capacidad de saber que todo lo que tu hagas a partir de eso ayuda a entender ese pasado.

Algunos me preguntan si es una carrera dura, y sí que lo es. Existe trabajo, pero como en todos lados, es muy competitivo. Uno tiene muchas veces que estar en zonas muy alejadas de tu propio hogar, inclusive por varios meses. Si bien el trabajo de campo es importante, es sólo una parte de todo lo que hacemos, porque luego uno debe analizar en el laboratorio lo que se encontró para obtener más respuestas. La mayor parte del tiempo la pasamos leyendo libros y revisando informes, para tener una mejor idea de cómo fueron las sociedades del pasado. Es una carrera dura, pero saber que uno ayuda a (re)construir la historia es una experiencia inolvidable.